sábado, 10 de marzo de 2012

Las máquinas

¿Cómo sería la máquina perfecta?

En nuestro grupo de clase decidimos que la máquina perfecta se debería aproximar lo máximo posible a Dios. Las máquinas son creadas para suplantar al ser humano en las tareas difíciles, tediosas o físicamente imposibles para nuestra fisionomía. Son versiones perfeccionadas y mejoradas de las funciones humanas a nuestro servicio. Las creamos para comunicarnos en la distancia, para desplazarnos sin esfuerzo físico, para entretenernos, informarnos, sentirnos acompañados... Dicen que la máquina definitiva debería ser capaz de sentir, pero precisamente eso es lo que no conviene que hagan si queremos que sigan siendo objetos fieles al servicio del ser humano. En el momento en que se llegase a crear una máquina capaz de superar al hombre en fuerza e inteligencia con sentimientos, nuestro propósito fracasaría, pues los sentimientos son por naturaleza algo incontrolable, y sería peligroso dotar de esta función a tales "objetos". Por otro lado, pensando en una máquina ajena al ser humano, se dijo que debería ser capaz de perpetuar la especie por sí misma, es decir, reproducirse infinitamente, ser eterna, porque es a lo que tiende todo ser vivo en la naturaleza, el patrón a imitar. Todo nos conduce de nuevo a la idea de Dios y sus factores fundamentales: omnipresencia, omnipotencia y eternidad, donde también entraría en juego el concepto de amor como ideal consumible, no como el conjunto de reacciones que se producen en el ser humano, lleno de imperfecciones e imprevistos. Si hablamos de algo que sirva a la especie humana, es sólo la parte positiva del amor.  En conclusión, necesitamos una máquina capaz de crear, de mejorar el mundo, nuestro mundo, en lo que respecta a la naturaleza y a nuestro bienestar, algo físico en lo que podamos depositar nuestras esperanzas.

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